LA CORRUPCIÓN GALOPA EN CABALLO ALADO
Por: Antonio Mola
La corrupción en Latinoamérica galopa en un caballo alado muy diferente al blanco Pegasus de Perseus que lo ayudó a combatir el mal… este potro es un Helhest, caballo de los infiernos o ente maléfico de color transparente del que casi nadie se percata.
Huele a azufre pero parece que tenemos la nariz embatumada de Vick VapoRub, bloqueándonos el sentido del olfato por lo que solo nos permite sentir el olor de menta, pero no el olor de este mal que nos rodea. Nos conformamos con decir, esto pasa en todos los gobiernos y todos los paises… y me pregunto, por eso tenemos que aceptarlo?
Igual de malo es desbancar las arcas del Estado con cualquier modalidad de asalto, como lo es, disfrazar la persecusión de la corrupción para usarla en forma de ajusticiamiento político favoreciendo al que esta de turno en el control del Estado. Solo basta ver los casos existentes en nuestro planeta.
La corrupción no necesariamente se dá en forma de sobrecostos, coimas, prevendas, etc. También corrupción son las promesas de campaña que no se cumplen por parte de los politicos luego de ganar el poder, las cuales fueron usadas para obtener la confianza y los votos de los ciudadanos que creyeron en las mismas.
Se dá cuando los gobernantes gobiernan para sus patrocinadores de campaña o su círculo cero. Cuando las leyes se aplican de diferentes formas bajo el criterio oculto de diferenciación de clases sociales o partidos adversos, haciendo creible el lema de que la justicia es ciega…porque no ve.
Se dá cuando las autoridades nombradas no tienen la competencia para el cargo o no hacen su trabajo para los cuales fueron nombrados o cuando las mismas no hacen que se cumplan las leyes, sea por carecer de recursos o por los motivos que sean.
Se dá cuando empresarios inescrupulosos se asocian con funcionarios públicos para lucrar a espaldas del pueblo. Cuando líderes sindicales o de gremios aceptan cargos en el instituciones estatales y acallan sus voces que usaban en defensa de sus agremiados.
Se dá cuando un funcionario público usa su cargo para obtener prevendas o torcer desiciones a su favor o de sus asociados, es decir, tráfico de influencias; cuando en el Estado se decretan aumentos de salario o bonificaciones sin que priven razones que lo sustenten, si no por la simple estrategia de comprar la conciencia o lealtad de los favorecidos.
Se dá cuando una minoria de ciudadanos quieren imponer sus criterios o condiciones al resto de la población a como dé lugar y nuestras autoridades se les dificulta gobernar para las mayorias, sea por temor o por conveniencia política.
Se dá cuando empresarios introducen al país alimentos y mercancias sin los debidos permisos sanitarios o permisos de importación y los ponen a la venta a los ciudadanos, quienes ajenos a la realidad, los adquieren pudiendo poner en peligro sus vidas, o cuando los empresarios buscan las fórmulas para evadir sus responsabilidades fiscales y así lucrar indebidamente.
Se dá cuando por la burocrasia estatal se retraza el bienestar del pueblo, como cuando ocurren las demoras en licitaciones de infraestructuras, la falta de medicamentos por tiempos excesivos de aprobaciones de registros sanitarios o por la falta de controles y sistemas modernos de compra y logística.
La corrupción ha estado presente en cada uno de los gobiernos que ha tenido Panamá, en mayor o menor grado, desde los tiempos de la colonia, sea en tiempos democráticos o dictatoriales.
La corrupción, en la forma que se dé, es perjudicial para un país. Esta impide el desarrollo de los pueblos y sus ciudadanos, no permite la transparencia ni el desarrollo de nuestras instituciones, cimenta la política del juega vivo y el transfugismo político, amén del deterioro de los niveles de competitividad de los paises.
La corrupción galopa en caballo alado, pero a los gobiernos latinos se les dificulta cortarle las alas y hacerla galopar por las pistas de la transparencia institucional y la ética comercial.
Ex-Alumno del Instituto Nacional